Algunas plantas que se recomiendan implementar son:

Alta exposición al Sol:

• Ajo
• Ayote
• Brócoli
• Cebolla
• Culantro
• Fresa
• Maíz
• Pepino
• Perejil
• Tomate
• Vainicas
• Zanahoria

Sombra parcial:

• Acelga
• Albahaca
• Alverjas
• Apio
• Camote
• Escarola
• Espinaca
• Menta
• Ñampí
• Papas
• Puerros
• Rábano

Hierbas medicinales:

• Canela
• Cúrcuma
• Damiana
• Jengibre
• Lavanda
• Orégano
• Romero
• Ruda
• Sábila
• Tilo
• Tomillo 

Otros:

• Limón
• Naranja
• Guayabita del Perú
• Jocote
• Maracuyá
• Aguacate
• Granadilla
• Plátano
• Banano

(Municipalidad de Curridabat, s.f)

Además, se recomienda priorizar el uso de plantas perennes ya que puede reducir el esfuerzo invertido en mantenimiento.

En las huertas lo esencial es el suelo. Al crear y mantener un suelo vivo y sa­ludable, el agricultor puede cultivar alimentos que proporcionan salud. Una buena forma de asegurar la sustentabilidad de la fertilidad del suelo es la producción de alimentos por medio del método biointensivo. Si este método se utiliza de manera apropiada, puede ser verdaderamente exitoso ya que, al utilizar las prácticas que se han mencionado anteriormente, se encarga de mantener un suelo lleno de nutrientes. Es de suma importancia que la tierra donde se van a cultivar las hortalizas esté suelta, esponjosa y aireada, con una buena capacidad de retención de agua y que contenga todos los nutrientes que las hortalizas van a necesitar para desarrollarse correctamente.

A su vez, el sitio requiere luz directa del sol durante gran parte del día, de 7 a 11 horas preferiblemente. La mayoría de las plantas necesitan sol directo para crecer y desarrollarse correctamente. Otras, agradecen un poco de sombra en los momentos de mayor soleamiento del día. Por lo cual se pueden utilizar otras plantas o inclusive árboles frutales para generar espacios de sombra para estas plantas. Puede resultar muy útil crear un plano y marcar en él la exposición solar que se tiene en el sitio durante el día para así diseñar mejor el huerto y a ubicar las plantas en el espacio que mejor se ajuste a sus necesidades.

El huerto debe contar con una conexión al agua para poder regarlo de manera constante. También se puede captar agua de lluvia para utilizarla para el riego aprovechando los bajantes de techos cercanos para conectar un contenedor para almacenar el agua que cae.

Por otro lado, se recomienda proteger el huerto de corrientes de agua, viento fuerte y animales domésticos, por lo que es importante crear, desagües, utilizar especies de plantas más grandes para la protección contra el viento y cercar el huerto para evitar que ingresen animales que dañen los cultivos.

En cuanto a organización, las huertas comunitarias requieren de por lo menos un pequeño grupo de personas comprometidas que se dediquen a darle mantenimiento al proyecto. Por lo tanto, también se recomienda que la huerta se ubique de manera que sea de fácil acceso por parte de las personas responsables de cuidarla.

Un gran riesgo y limitación que corren las huertas comunitarias tiene que ver con su administración y mantenimiento ya que requiere de un compromiso colectivo, lo cual sin alcanzar una real organización por parte de todos los integrantes que se responsabilizan por el proyecto puede llevar a que el proyecto no sea exitoso.

Además, el cambio climático puede llegar a afectar la producción en el caso de que el terreno se sature con agua debido a fuertes lluvias, o menos de lo requerido debido a períodos de tiempo prolongados sin lluvia. Sin embargo, hay estrategias que pueden permitir al huerto adaptarse al cambio climático. Por ejemplo, la siembra de árboles productivos que no solo fijar el carbono de la atmósfera si no también generen alimento (ej. aguacate y cítricos). Es importante diseñar el huerto tomando en cuenta su capacidad de funcionar como fijador de carbono: evitar que el suelo descanse sin cobertura, intensificar el uso de leguminosas e incorporar el compost, todas prácticas integrales de una agricultura familiar con enfoque agroecológico. A lo anterior se suma que la alta agrobiodiversidad de los huertos comunitarios y familiares puede ayudar a garantizar la adaptación a variaciones climáticas, fortaleciendo la resiliencia ante situaciones que de otra forma representarían inseguridad alimentaria. Además, es de gran utilidad contar con un espacio techado (invernadero) que pueda ser utilizado para evitar daños por lluvias ya que las plagas y hongos causados por exceso de humedad también pueden llegar a afectar negativamente la cosecha.

Los beneficios ambientales, económicos y sociales de los huertos caseros son muchos. En estos espacios convive y se conserva una enorme diversidad de especies vegetales utilizando árboles frutales, árboles maderables, plantas medicinales y en algunos casos inclusive introduciendo especies animales, como gallinas, cerdos, cabras y vacas. Por otro lado, en su suelo siempre hay materia orgánica en descomposición que mantiene su fertilidad y ayuda a evitar la erosión.

Las huertas urbanas pueden representar un importante paso hacia la soberanía alimentaria, generando alimento local para las personas y reduciendo la contaminación por el transporte que puede representar la compra de productos. Además de contribuir a su seguridad alimentaria, las huertas pueden representar una fuente de ahorro o ganancia económica para las familias, ofreciéndoles además un aporte a la salud propiciando una buena y variada alimentación.

Adicionalmente, los huertos comunitarios y familiares son espacios educativos donde se transmiten conocimientos, prácticas y técnicas ecológicas que resguardan y aportan a la resiliencia como estrategia de adaptación al cambio climático. Es especialmente necesario generar un enfoque en el rescate del conocimiento local relacionado con el uso de semillas criollas y plantas nativas que ofrecen resistencia a los cultivos (Ver ficha de Banco de Semillas). Se recomienda realizar este traspaso de saberes por medio de un enfoque de aprender haciendo e investigación participativa que vincula cada vez más a las personas con las prácticas de agricultura.

No obstante, las huertas aportan al arraigo de las personas con la tierra que habitan y la naturaleza que les rodea, inclusive pueden ayudar a fortalecer las relaciones interpersonales de las personas que participan en las diferentes actividades productivas, sociales y económicas derivan de ellas. Además, se logran fortalecer estos vínculos mediante el intercambio de conocimientos, experiencias y plantas.

Finalmente, se debe incentivar en las y los agricultores la constante búsqueda de alternativas para garantizar que sus huertos no pongan en riesgo su salud y que además contribuyan a la conservación de la biodiversidad y el medioambiente.